Cómo he cambiado en estos últimos años,
qué feliz soy por haber cambiado tanto,
cómo me gustan todas las grandes ciudades de la tierra,
qué poco me importa que todo muera,
qué poco me importa que agonicen las estrellas,
cómo me acuerdo de quién fui y qué contento estoy
de saber cómo era entonces y de qué manera amé
y viví, cómo me gusta que me besen las mujeres hermosas,
que toquen mi cuerpo con libertad como yo toco el suyo,
cómo me alegro de haber leído a Catulo a los catorce,
a Rubén Darío a los dieciséis, qué bonitas son las playas
en las que dormí de joven, qué dulce era aquella adolescente
que besé por primera vez, todo irá al reino de Dios
y allí gozaré de nuevo, y si no fuese así, qué poco
puede importarme, porque la vida al fin era eso,
la vida era un secreto, una gran alegría, la vida misma era
más de lo que pensamos es la vida, mucho más,
pero había que darse cuenta, había que saberlo muy bien.
Era demasiado grande y lo sigue siendo, demasiado perfecta
es la vida (...)
Así yo gozo del sueño, de la comida y del viento, del viaje y de la playa, del árbol, de la navaja
que hundiré en mi corazón, de las calles, de los mendigos, de las azoteas donde revolotea
la ropa tendida, de los fuegos artificiales
de la fiesta de un pueblo de mala muerte,
de un río que no cubre sino hasta los tobillos
y tienes que luchar con las piedras para poder gozar
del baño, de una furgoneta abandonada en mitad del camino
con todas las ruedas pichadas y los cristales rotos,
y dentro de ella me gustaría hacer el amor conmigo mismo.
Adoro mi pasado, adoro lo que fui,
sé plenamente lo que fui,
conocimiento de cause tengo de lo que fui y lo adoro,
y adoro lo que seré mañana
y me adoraré eternamente,
mientras sea posible que un hombre adore la vida tan adorable.
[Manuel Vilas]
TALES FROM THE UNEXPECTED
Tanto pa lo mismo. Llámalo ennui.
"La incorporación del sentimiento de vacío al repertorio emocional de la época, junto con la constancia de que ese sentimiento podía ser experimentado, se desarrolló en varias vías dentro de la economía cultural, dando lugar a géneros específicos cuyo objetivo era la explotación financiera del mismo. El género originario es la novela existencialista, que añadió a los iconos de la moda una nueva, sublime figura: el agonías con gabán y colilla de Gauloises, torvo y esquinado, mustio y silogista, forrado de complejos y relleno de sofismas -sofisma todo él, ebrio de hiel y estraba-. Sobre este modelo se expandieron otros tramos de mercado, así el teatro del absurdo, la mística de posguerra, la estética de la Nouvelle Vague y el Nuevo Cine Alemán, cuyos personajes deambulaban sobre las tablas, dormitaban en plano fijo o tomaban la palabra en un verso para dejarla caer en el siguiente, anfitriones del silencio todos ellos, huéspedes de la nada y fugitivos del fisco. Fue la vertiente germana del género la que creó la imagen más emblemática del vacío: la escena, creada por Wim Wenders para su película El amigo americano, en que un vaquero de Texas tocado con Stetson, con porte adusto y actitud ceniza, en vez de herrar terneros o disparar a los ladrones de ganado expresaba su yo más íntimo ante una grabadora, dedicándole un eslogan existencialista, indicativo del sentimiento en cuestión: "no hay nada que temer salvo el miedo. Cada vez me conozco menos, cada vez conozco menos a los demás." La estampa del cateto pueblerino que "contiene Vacío" - y que padece de fobofobia, y no de idiocia- representó el auge del producto y, por ende, el inicio de su decadencia. En efecto, el éxito de la película de Wenders terminó de popularizar el sentimiento de marras, desgajándolo del espacio de la "subjetividad de lujo" y trasladándolo a su extremo opuesto, esto es, lo que Rolnik llamara "subjetividad basura". Este proceso culminó en la mañana del 6 de agosto de 1978, en un bar del madrileño barrio de Pan Bendito llamado El Figón de Don Marcos, cuando un cliente habitual, fontanero de profesión, encontrándose extenuado por la falta de sueño, preocupado por las pésimas notas de su hijo mayor, algo decepcionado por la inesperada ausencia de una parroquiana muy de su agrado, se reclinó en su silla, dejó el Don Balón sobre la mesa de mármol y, sin dirigirse a nadie en particular -"parecía inspirado", dijeron algunos; "pa mí que le había dado un aire", apuntaron otros-, musitó: "Me siento vacío.". En ese preciso instante la emoción patentada por Sartre, o quizá por Camus, perdió toda vigencia, quedando reducida a un "sentimiento vulgar" que cualquiera podía experimentar"
ELOY FERNÁNDEZ PORTA, 'LA SUPERPRODUCCIÓN DE LOS AFECTOS'
Joder
"(...) me dijo que se iba y que ya no iba a volver. Le dije que le deseaba suerte, pero ni siquiera le pregunté adonde se iba. Creo que él me preguntó por mis estudios, qué tal me iba en la universidad, en Biología. Le dije que estupendo. Me dijo: he estado en el norte de México, en Sonora, creo que también en Atizona, pero la verdad es que no lo sé. Eso dijo y luego se rió. Una risa corta y seca, como de conejo. Sí, parecía drogado, pero a mí me consta que él no se drogaba. (...) Y después volvió a decirme que se iba. Y yo le dije, antes de que él siguiera, que me parecía magnífico, no hay nada como viajar y conocer mundo, ciudades distintas y cielos distintos, y él me dijo que el cielo era igual en todas partes, las ciudades cambiaban pero el cielo era el mismo, y yo le dije que eso no era verdad, que yo creía que no era verdad y que además él mismo tenía un poema en donde hablaba de los cielos pintados por el Dr. Atl, diferentes de otros cielos de la pintura o del planeta o algo así. La verdad es que ya no tenía ganas de discutir. Al principio había fingido que no me interesaban sus planes, su plática, todo lo que tuviera que decirme, pero luego descubrí que en realidad no me interesaba, que todo lo que tenía que ver con él me aburría sobremanera, que lo que verdaderamente quería era que se marchara y me dejara estudiar tranquila, esa tarde tenía mucho que estudiar. Y entonces él dijo que le daba tristeza viajar y conocer el mundo sin mí, que siempre había pensado que yo iría con él a todas partes, y nombró países como Libia, Etiopía, Zaire, y ciudades como Barcelona, Florencia, Avignon, y entonces yo no pude sino preguntarle qué tenían que ver esos países con esas ciudades, y él dijo: todo, tienen que ver en todo, y yo le dije que cuando fuera bióloga ya tendría tiempo y además dinero, porque no pensaba dar la vuelta al mundo en autostop ni durmiendo en cualquier sitio, de ver esas ciudades y esos países. Y él entonces dijo: no pienso verlos, pienso vivir en ellos, tal como he vivido en México. Y yo le dije: pues allá tú, que seas feliz, vive en ellos y muérete en ellos si quieres, yo ya viajaré cuando tenga dinero. Entonces te faltará tiempo, dijo él. No me faltará tiempo, dije yo, al contrario, seré dueña de mi tiempo, haré con mi tiempo lo que me dé la gana. Y él dijo: ya no serás joven. Lo dijo casi a punto de llorar, y verlo así, tan amargado, me dio coraje y le grité: a ti qué te importa lo que haga con mi vida, con mis viajes o con mi juventud. Y él entonces me miró y se dejó caer en un asiento, como si de improviso se diera cuenta de que estaba muriéndose de cansancio. (...) Después se levantó (veinte segundos después de hablar, a lo sumo) y me dio una bofetada en la mejilla. El sonido resonó en toda la casa, estábamos en la primera planta pero yo oí cómo el sonido de su mano (cuando la palma de su mano ya no estaba en mi mejilla) subía por las escaleras y entraba en cada una de las habitaciones de la segunda planta, se descolgaba por las enredaderas, rodaba como muchas canicas de cristal por el jardín."
Los detectives salvajes. Roberto Bolaño
Yo, tú, te, tate.
Llegamos dos días tarde a la TATE y no pudimos interactuar con las famosas semillas, pero un hombre nos las mostró en un tarro y hereby doy fe de que son totalmente idénticas a una pipa de las de Semana Santa . Lo único que las de la instalación están hechas de porcelana y pintadas a mano por chinos. Había muchísimas:
Pero no fue eso lo que más me gustó de la TATE, sino, barriendo para casa, la sección de Poetry&Dream, sobre todo Louise Bourgeouis, ilustrando sus Autobiographical Series más que esculpiendo y Dzama, que con un par de trazos puede mandar(nos) callar a todo el neofolkie movement wide range Ella:ayer-era-una-moderna-frívola-hoy-soy-un-ciervo-me-gusta-el-otoño-collares-dorados-espejitos-nacarados/ Él:yo-sólo-quiero-ligar-diciéndote-que-tocar-una-guitarra-es-como-tocar-a-una-mujer. Que ya está todo inventado desde hace tiempo, ¿o qué nos creíamos?
Louise Bourgeois |
Marcel Dzama |
Marcel Dzama. |
Marcel Dzama |
Marcel Dzama |
Louise Bourgeois |
Louise Bourgeois |
David Shringley |
David Shringley |
David Shringley |
Bueno y Balthus, Braque, Chirico, Pollok, Modigliani, Bruce Davidson y Picasso:
Picasso, detalle. |
Por fin fui con tiempo y con zapatos adecuados (de los que hacen ruido con el eco de las salas), así 7 horas nos estuvimos haciendo top-top por el museo. Ahí es nada.
Masterpieces aparte, lo que más me gustó fue cuando llegó un hombre con un globo rojo gigante y empezó a gritar /'elesdi:/. Que todos los contemporary, postconceptual artists toman LSD. Possibly maybe.
Así fue como pasé mi catarrazo.
El Sábado me pasó una cosa muy graciosa: me despertó una llamada de un inglés que conocí una noche, al que no había vuelto a ver y que era profesor de cine en una universidad. Me dijo que si quería bajar a desayunar, que estaba al lado de mi casa. No me apetecía mucho, porque el chico no me entusiasmaba demasiado, pero bueno, bajé. Pedimos los cafés y le pregunté por sus clases, que qué tal, que si ya había empezado, que qué tal los alumnos, y me dijo que bien y puso una cara muy rara, como el emoticono :S A continuación me dijo que no era profesor y que sólo había querido impresionarme, pero que si me servía, sí trabajaba en la universidad, en la fotocopiadora. Me dijo que lo sentía y que como forma de pedirme perdón se ofrecía a imprimirme fotos gratis. La que se quedó con cara de emoticono :S fui yo durante los diez minutos que duró el café. Luego me fui a seguir convaleciendo viendo Mad Men compulsivamente (buá! qué 4ª temporada se están marcando) . Me despertaron de mi señora siesta diciéndome que una gran mayoría, dentro de la cual no me incluía, había decidido que esa noche se salía por Picadilly (af, qué poco me gusta), y fuimos a one of these trendy clubs in Central London, en el que aguantamos 15 minutos. Acabé tomando un hot chocolate con Irene (la amiga de mi amiga que ahora es amiga, mi única amiga española, con la que voy a los conciertos, que me cae genial y que tiene esos rizos nítidos que me encantan y que me recuerdan a las representaciones del ADN) y cuando nos quisimos despedir, me enteré de que en Londres los metros no duran toda la noche y que me había quedado atrapada en Central London hasta las 6.30. 'No Way', me dije, me eché la capa de city comber por encima y me eché a las calles con mi música hasta dar con un resultado, que me quería ir a la cama. Lo encontré en forma de bus. Descubrí que Trafalgar Square es Plaça Catalunya y me acordé de las pocas veces que cogí un bus en Barcelona. Fue durante el verano fatal, cuando subía a casa después de trabajar. Aquellos días cuando no pude llevar lentillas porque tenía una infección en los ojos y veía todo como si fuera un fotograma de Isabel Coixet, o sea, desenfocando todo lo que estaba a más de medio metro. También me acordé de cuando vinieron David_ y Chumba a verme y fingimos un encuentro casual por Plaça Catalunya. Y sobre todo me acordé de cuando de cuando pedaleaba Triangle-Urquinaona-Arc de Triomf. Entonces me acordé de muchas cosas y pensé 'Joder, Paulita'. No sé muy bien qué quise pensar con ese pensamiento, pero eso fue lo que pensé.
Al día siguiente, ayer, fui al mercadillo de Brick Lane con un amigo y pasamos todo el día flickering, wandering and eating sin parar.
En otro orden de cosas, he generado vínculos de total antipatía con dos de mi pasillo que gritan, dan portazos a deshoras y ponen muy alta canciones como la de 'boom, boom, boom, boom, I want you in my room'. Os lo juro.
Una es la arrogancia hecha carne. Quiere ser guapa, estar buena, gustar y ser gustada. Pero no. Así que está todo el día con el ceño (y el coño imagino que también) fruncido, siempre con ese rictus de hermanastra de la Cenicienta. Es una borde, una insolente y una maleducada. Es ruda en sus modales, agresiva, violenta, molesta, desagradable y hace fiestas en su habitación. Hace dos noches, la del Sábado, cuando volví de Picadilly fui a decirle que por favor bajara el tono y justo antes de llamar a la puerta ella gritaba 'I just fuckin' want to fuck'. Os lo vuelvo a jurar.
La otra que me cae mal es igual que Lalaura (para los recién llegados, la hippie del siglo veintiuno que se quiso quedar con mis 700€ de fianza en Barcelona, pero que le salió el timo por la culata gracias a mi tenacidad y a cambio del desgaste físico que, junto con otros factores que ahora no vienen al caso, supusieron el verano fatal anteriormente referido). Es igual que Lalaura pero en irlandesa peliroja al uso. Y su novio es igual que Eleste (que era el novio de Lalaura). Y se junta con la hermanastra de la Cenicienta para escuchar música alto y tarde. Su unión no tiene ni pies ni cabeza, porque no pintan nada una cheerleader histérica, en el sentido de ὑστέρα y una posthippie. Pero ya se sabe.
De verdad, a mi allá películas, que escuchen lo que quieran, que follen lo que puedan, que hagan lo que les parezca pero que no me hagan pasar otra noche de estar a las 3am entrando y saliendo de la cama con un monólogo interior de '¿voy o no voy? Igual si no les digo nada se dan por aludidas'. Y luego pasar a pensar que quién coño me mandaría a mi meterme en una residencia a estas alturas y con lo que llevo a mis espaldas, y cuando hablo de mis espaldas muchos sabéis que hablo de compañeros de piso que organizaban afters en casa o de compañeras que metían a novios, perro del novio, pulgas de perro del novio, amigos el novio y demás complementos del nombre en casa. Con esto último he vuelto a Lalaura y al Este. Al verano fatal. Acabaría aquí mi entrada, porque me encantan las composiciones textuales circulares, pero no quiero acabar con algo tan desagradable. Así que de aquí salto a cuando Lalaura descubrió los Chocapic en el WC. Y de aquí y desde aquí pido que el próximo que venga a verme, que no sé si es Biel o Carmen, que me traiga Chocapic y/o Colacao. Que aquí no hay. Sólo hay Nesquick con sabor a plátano. Os lo juro una vez más.
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